14.09.09 -
Desde que a finales de 1800 comenzara a difundirse la impresión en papel por medios mecánicos, representados por las primeras máquinas de impresión de diversos tamaños, las ediciones de revistas y periódicos determinaron incluir, (como ayuda a los gastos de impresión) la publicación de anuncios de establecimientos mercantiles y de sus productos, así como los primeros anuncios por palabras, esquelas y anuncios de espectáculos.
Iniciado el siglo XX, la utilización de grabados en madera o metales fue sustituida por el empleo de clichés fotográficos reproducidos en aleaciones de zinc que no sólo reproducían fielmente las fotografías originales, sino que además resultaban más económicas, con lo cual las publicaciones impresas se enriquecían con imágenes de los acontecimientos relatados o de los protagonistas de los mismos.
Diarios, revistas y publicaciones impresas en fechas determinadas, tuvieron un fuerte apoyo con la publicación de anuncios de todo tipo, que en algunos casos, (aparte de los incluidos entre el texto de dichas publicaciones), se agrupaban en cuadernillos de papel de colores que destacaban del más cuidado papel del texto.
Pero no fueron las publicaciones periódicas los únicos soportes de papel de la publicidad, sino que el papel comenzó a utilizarse en otros reclamos publicitarios, siendo los calendarios la primera expresión de la publicidad moderna. Los calendarios fueron de taco, de faldilla o de una sola hoja que recogía todos los meses del año y a los que el paso del tiempo añadió grabados junto al texto publicitario de la empresa que los promovía. Los llamados calendarios de taco los integraban tantas hojas como días tiene el año y en sus hojas diarias incluían, junto al santoral y datos meteorológicos y astrales, comentarios, pensamientos chistes e incluso historietas dibujadas. Dichos calendarios se solían montar en soportes de cartón de diversas formas con el denominador común del correspondiente anuncio de la casa que los distribuía entre sus mejores clientes, mientras que el resto de compradores podía solicitarlos hasta que se terminaban. En algunos casos el taco se sustituía por faldillas dedicadas a cada uno de los meses del año. Mayor difusión y popularidad alcanzaron los llamados calendarios de bolsillo, consistentes en pequeños folletos de dieciséis páginas y una cubierta de cartulina, doce de los cuales se dedicaban a cada mes y santoral del año y el resto a pequeña guía donde podían anotarse los teléfonos. Su cubierta de cartulina reproducía algún cuadro famoso y la contraportada recogía la publicidad del local que lo obsequiaba.
Otra publicidad fueron los anuncios murales y de mano de espectáculos e incluso las entradas a dichos eventos que en su reverso podían recoger un anuncio, fueron otros de los soportes de papel utilizados por la naciente publicidad
Santiago- Chile
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